Llueve,
llueve… la lluvia golpea las calles… golpea, golpea, golpea mi alma. Una lluvia
que martillea el mundo, lo ablanda, lo ahoga… una lluvia fría y pagana. Llueve,
se diluye mi sombra entre tanta agua.
Paso
a paso recorro calles que parecen extraviarse en otras calles… La vida se
aquieta en soportales sombríos, bajo aleros destartalados, en marquesinas mancilladas
por grafitis enmarañados… la ciudad parece cansada.
Llueve…
piso aceras encharcadas… charcos de lluvia de ayer, de lluvia de hoy. Travieso,
salta mi reflejo de charco en charco… un reflejo que se ondula, que se asoma y
se esconde… un reflejo hecho de ayer, un reflejo hecho de hoy.
Llueve,
llueve... cuelga entre las sombras de un callejón el maullido de un gato… llueve,
llueve… brota el silencio de entre las heridas del asfalto. Llueve… una lluvia
gris de frío tacto.
Un
año nuevo, un viejo sentir… empapado de lluvia y silencio camino sin saber a
dónde llegaré, sin saber siquiera si habré llegado. Charco a charco, salto a
salto, a mi espalda se va desvaneciendo la ciudad…
Año nuevo…
Sobre la tumba de mi padre
gotean las flores de tela
Asturias, donde la tierra siempre
es verde.
Precioso haibun y con un haiku final que lo cierra y que hace comprender la tristeza y los golpes de la lluvia.
ResponderEliminar"charcos de lluvia de ayer, de lluvia de hoy"... me ha encantado.
Un abrazo
Graciaaasss, José Ángel. Celebro que te guste, es un honor viniendo de ti. Un abrazo.
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