Camino del rio Piles

 

Ya no se contonea a merced del viento, ni siquiera tiene ramas que atestigüen lo que fue. Hoy sólo es un poste erguido arrancado del corazón de un ser leñoso, un hito al comienzo de una vía verde que acumula en su base el polvo del transitado camino y en el que apenas se distingue, ya reseca y en su parte alta, una pequeña mancha de excremento que nos revela el descanso de un humilde gorrión.
Diez, quince, veinte pasos y ya me aparto de la senda. El viejo molino… sus puertas y ventanas tapiadas… la luz se cuela en el interior por su derruido tejado. Ya olvidado el viejo sonido del grano triturándose entre sus muelas, sólo queda, prendido en el aire, el susurro de un riachuelo que parece perdido mientras recorre su entorno. Crece la maleza a los pies de las paredes; en una de ellas, los colores de un grafiti cobran vida bajo la luz del sol estival.
Piso la hierba, la tierra aún blanda por las últimas lluvias; unas pequeñas flores amarillas crecen junto a la alambrada.

Entrecruzados,
la yegua y su cría
se mordisquean

Un poco más allá, siempre hay algo más allá, un puente de madera franquea el rio. El sonido de un timbre de bicicleta y el crujir de la gravilla me echan a un lado. Serpenteo al son de la senda y vuelvo la mirada siguiendo el curso del rio; los reflejos del sol en la rizada corriente se apagan en la negra boca del puente. Camino… un paso, luego otro. Dos pequeñas sombras cruzan sobre el polvo amarillo, una se detiene… una lagartija sin cola bajo el sol.

Huellas sobre huellas…
al borde del camino
una flor blanca

Remonto… desciendo… me detengo… y camino… la naturaleza y lo urbano se vuelven a rozar… El paso de unos coches me distrae.
Un árbol seco -a un lado y a otro transitan los autos- hermoso entre ese caos. Trazada a tiralíneas y compás, sobre mi cabeza, la autovía cruza el cielo ¿a dónde llevará?
Me desentiendo del cielo, retomo mi lugar en la oquedad de mi calzado, y camino… camino junto al rio. Las cañas, tumbadas, me hablan de la reciente riada. Tan cristalina el agua… allí está, hoy de nuevo la veo… la pata y tres de sus crías, dejándose llevar por la mansa corriente… no está la cuarta. Contemplo en silencio… la crecida, me digo, y en un recodo los pierdo de vista.
Otra cuesta, una nueva pendiente. Un pino desarraigado, las piñas van cayendo cerca del camino. El viento se vuelve polvo, las hojas cobran vida, cabecean las flores de los cardos... Sigo el revoloteo de las golondrinas. Por un instante dos de ellas detienen el acrobático vuelo, rozan sus alas, sus picos, enmudeciendo con sus gritos cualquier silbido del viento.
En algunos prados, la hierba, recién segada, se está secando al sol. Un grupo de mesas con sus bancos vacios, parecen esperar la llegada de la sombra de un cercano pinar; nadie cerca… una botella sin cerveza, olvidada en una esquina, desafía al viento…
Y la senda gira y yo con ella. Desaparece mi sombra ante la imponente presencia del exiguo pinar.

Voy pisando
los reflejos del sol
que atraviesan el pinar

Y de nuevo el sol en la cara… y en las flores rosadas que crecen a la vera del oculto riachuelo… a mis pies rebrota mi sombra, tan liviana, tan efímera… tan atrevida, allí está, encaramándose al árbol que ni siquiera alcanzo a tocar, bañándose en un rio sin poderse refrescar, acariciando la piel de la lagartija a la que no me puedo acercar, dando cobijo al gorrión que a saltitos sobre ella la picotea sin cesar. Avanzo… se funde mi sombra con la del alisar.

Viento nordeste,
los frutos del aliso
prenden de una cerca

Continúo el trayecto. El sonido de los pasos se vuelve eco… otro puente. Se eleva ligeramente el sendero, puedo oír el agua y el graznar de unos patos entre las cañas que aún ocultan el pantano. Vuelan, azules, verdosas, grandes libélulas que se llevan, de un lado a otro, el sol prendido en sus alas. Ahora sí… el viento modela la superficie del agua. Los pollos del ánade rodean a su madre, que los lleva hasta la orilla más alejada. Sobre un tronco seco dos patos picotean sus plumajes.
El sol ya está alto, su brillo forja un cielo más azul. Hace tres horas largas que la puerta de casa quedó cerrada; vuelvo. Las ramas retorcidas de un castaño seco son el último recuerdo que me llevo.

Más allá del árbol seco,
el vuelo en círculos
de una rapaz

Gijón, año 2010, donde la tierra siempre es verde.


14 comentarios:

  1. Qué bonito... gracias amigo por llevarnos de paseo. De la mano de tus palabras a ver los pinos, las flores, las libélulas. Gracias por compartir tu sombra que me ha llegado hasta aquí, fundiéndome también en el alisar.

    Un abrazo grande grande

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    1. Gracias a ti Mo, por compartir paseo y dejarte envolver por la sombra de este viajero que es sólo eso, una sombra.
      Un abrazo, de esos grandes

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  2. " Voy pisando
    los reflejos del sol
    que atraviesan el pinar

    Y de nuevo el sol en la cara… y en las flores rosadas que crecen a la vera del oculto riachuelo… a mis pies rebrota mi sombra, tan liviana, tan efímera… tan atrevida, allí está, encaramándose al árbol que ni siquiera alcanzo a tocar, bañándose en un rio sin poderse refrescar, acariciando la piel de la lagartija a la que no me puedo acercar, dando cobijo al gorrión que a saltitos sobre ella la picotea sin cesar. Avanzo… se funde mi sombra con la del alisar. "

    _/\_

    Un abrazo...
    Mirta

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    1. Un abrazo Mirta. Me alegra que te guste ese trocito... y es que la sombra tiene algo especial...
      Gracias por tu gesto

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  3. Qué barbaridad...me deja sin palabras...

    Voy pisando

    los reflejos del sol

    que atraviesan el pinar

    Solo diré nada.

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    1. Gracias por tu generoso comentario, Edds.

      Un abrazo desde esta tierra asturiana

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  4. Un verdadero placer caminar a tu lado. Gracias Alfredo.

    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, Leti, por hacerme sentir bien acompañado. Celebro que te agrade.
      Un abrazo

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  5. Me gusta mucho, tanto la prosa tan elegantemente descriptiva y subjetiva, como los haiku que le dan el toque de inmediatez. Un gusto

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    1. Muchas gracias Juan Carlos. Me alegra verte por acá. Es un honor que un poeta de tu categoria me dedique este comentario.

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  6. Hoy he hecho otra vez la senda con tu lectura

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  7. Yo, categoría... Tú si tienes el don.

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