Un espejo de piedra...



Callejeo, como tantos días,
sin condición, arrastrado
por el ciego final de una avenida
en la que jalean,
cual eco de unos pasos,
mis alambicados pensamientos.

Entre finitas fachadas,
a las que apenas otorgo
una mirada de soslayo,
mi andar enmudece
embaucado por la sordidez
de un solar apartado;
con un guiño, atrapo
y doy formas a la luz en mis pupilas...
párpados entrecerrados que dejan ver
un muro levantado por decenas de manos,
una pared
que no es mas que un espejo de piedra,
un embudo opacado
dispuesto a engullir en sus entrañas
cualquier indicio de luz, mi luz,
la luz insoluble de un ser humano.
Un muro que es, un muro que soy,
un ser de piedra, piedra que es ser...
y sobre él, sobre mí,
sobre todo abandono,
resbalan
a manera de lametazos
que no son caricias:
las luces anaranjadas de la ciudad,
el colorido sonido de un espray,
la blanca sombra de un gato.

El claxon de un coche
destripa mi enajenación
(una puñalada al silencio)...
pierde una vida la sombra del gato,
un claxon
que emborrona la huella de Banksy,
un claxon
que ennegrece a la noche
y desliga del muro
cualquier atisbo de mí.

Un perro alza una de sus patas...

Callejeo,
sin condición, arrastrado
por el ciego final de una avenida
al que no tardaré en llegar...


2 comentarios:

  1. Bueno tomodachi, te lo dije en fb y te lo repito aquí. Un placer caminar junto a ti envuelto en ese aire norteño, luminoso, melancólico. Intuitivamente verde.
    ひとりあるき hitoriaruki. Caminando solo. Pero siempre en compañía.

    Un abrazo grande

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  2. Siempre en compañía, amigo, siempre porque he tenido la suerte de conocer a muy buena gente... Un abrazo, siempre... Gracias por asomarte y dejar un poco de tu tiempo aquí. Hasta pronto.

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