XII Concurso internacional de haiku “Facultad de derecho de Albacete” año 2023.

 


Accésit

Autor: Alfredo Benjamín Ramírez Sancho

 

El pájaro

que comió en mi mano…

ahora es un punto en el cielo

 

Uno de enero…

del camino sale una senda

hacia el cementerio

 

Ayer enfermo…

hoy contemplo en silencio

las olas del mar

 

Gotas de rocío…

en el recodo de la senda

crece la nube de mosquitos

 

A cada paso que doy

cambia de sitio la mariposa…

Nubes de lluvia




5º Concurso Internacional de haibun “Albacete ciudad de la cuchillería” año 2022.

 

Haibun finalista.


Mio güela


Tejido con los hilos de la memoria, va cobrando cuerpo nuestro pasado…

 

Si cierro los ojos, todavía puedo sentirla… allí, en un rincón de la cocina. Vestida de negro riguroso, mi abuela teje sentada en su silla baja hecha de madera y mimbre. Los visillos de la ventana echados a un lado, sus ojos enrojecidos y cansados necesitan aprovechar toda la luz del sol. En el suelo, pegada a sus pies, como si de un gato sesteando se tratase, posa una bolsa de plástico con diferentes ovillos de algodón y lana.

Teje ganchillo con sus manos expertas. Teje con el brillo metálico de una aguja que va y viene… va y viene para dar color a esos días grises. Teje en silencio… teje su silencio encallecido por los años. Teje sus más doloridas ausencias, teje para el llanto de ese nieto que se revuelve en la cuna. Teje con la pausa del que cuenta una historia a la luz de una hoguera… teje un poema que no lleva palabras. Teje en una tarde de cielo azul que no tardará en ponerse malva. Teje… sobre su falda enlutada se van posando mil flores, mil filigranas encadenadas…

 

Por los cristales

resbala la lluvia…

Una silla vacía

 

Asturias, donde la tierra siempre es verde.




VI concurso internacional de haiku “La luna roja” año 2022. Santiago de Cuba.

 

Mención del jurado organizador y premiación colateral del jurado de la revista HELA a la colección “Nubes lentas”.

 

Desando el camino…

mis huellas

llenas de lluvia

 

Llegan lentas las nubes…

Entre las piedras

se acomoda un correlimos

 

Un viento suave…

Parece que me mira

la gaviota muerta

 

Cesan las campanadas…

Apenas le llega luz

a la flor del azafrán

 

Se abren las azucenas…

Amarillea

el retrato de mi padre

 

No cesa la lluvia…

Brincan las urracas

en el huerto abandonado

 

Lluvia tardía…

Recoge sus alas

el caballito del diablo

 

Sol fugaz…

Revolotea por el cementerio

una libélula

 

Huele a lluvia…

Un pájaro se cuela

en la casa abandonada

 

Un cielo lleno de nubes…

Pronto

parirá la yegua

 

Se nubla el cielo…

algunas hormigas

suben por mis pies

 

Llueve…

Los perros encadenados

ladran al perro sin dueño


Al final del camino

 


Llueve, llueve… la lluvia golpea las calles… golpea, golpea, golpea mi alma. Una lluvia que martillea el mundo, lo ablanda, lo ahoga… una lluvia fría y pagana. Llueve, se diluye mi sombra entre tanta agua.

Paso a paso recorro calles que parecen extraviarse en otras calles… La vida se aquieta en soportales sombríos, bajo aleros destartalados, en marquesinas mancilladas por grafitis enmarañados… la ciudad parece cansada.

Llueve… piso aceras encharcadas… charcos de lluvia de ayer, de lluvia de hoy. Travieso, salta mi reflejo de charco en charco… un reflejo que se ondula, que se asoma y se esconde… un reflejo hecho de ayer, un reflejo hecho de hoy.

Llueve, llueve... cuelga entre las sombras de un callejón el maullido de un gato… llueve, llueve… brota el silencio de entre las heridas del asfalto. Llueve… una lluvia gris de frío tacto.

Un año nuevo, un viejo sentir… empapado de lluvia y silencio camino sin saber a dónde llegaré, sin saber siquiera si habré llegado. Charco a charco, salto a salto, a mi espalda se va desvaneciendo la ciudad…

 

Año nuevo…

Sobre la tumba de mi padre

gotean las flores de tela

 

Asturias, donde la tierra siempre es verde.


4º CONCURSO INTERNACIONAL DE HAIKU “LA LUNA ROJA” SANTIAGO DE CUBA 2020.

 

Mención a la colección titulada “Agua de lluvia” de Alfredo Benjamín Ramírez Sancho.

 
Canta un reyezuelo…
Al pie del muro
se pudren las moras
 
En mitad del camino
las huellas del corzo…
Vuelo de libélulas
 
Relampaguea…
Cruza el prado
la sombra de una mariposa
 
Empapado por la lluvia…
el gorrión arranca
las flores del ciruelo
 
Último día de invierno…
Sin moverse
un pájaro sobre la piedra
 
Ladran, ladran…
Detrás de la casa
alguien parte leña
 
Agua de lluvia…
También esta tarde
canta el camachuelo


I Concurso internacional de haibun “Albacete, ciudad de la cuchillería” 2018.



Nubes de paso…

Cuando ya cansados de escarbar en la memoria, afligida por un silencio denso que parece pesar, el tiempo se vuelve transparente y lo oculto se muestra donde, quizás, nunca lo hubiésemos buscado…

Callejeo entre gente desconocida… Por encima del latir de la ciudad se escuchan las notas de un chiflo… escudriño con la mirada… el tiempo se desordena… los recuerdos se alejan cincuenta años de mis zapatos:

Soy yo, sin ser yo… es la misma ciudad, pero es otra ciudad… he regresado a mi infancia y frente a la puerta de la que fue mi primera casa contemplo a un hombre allí plantado… Mueve un pedal con el que hace girar una gran rueda de madera… Rápidamente, los niños que jugamos en la calle, formamos un corro a su alrededor… Cubre su cabeza con una boina moteada por el polvo de quién sabe cuántos lugares, y tiene la tez curtida por días de viento y sol. Llama la atención, atrapado entre sus labios, un cigarrillo de “cuarterón” en el que la ceniza se va curvando resistiéndose a caer. Su mirada, ensimismada, resbala por el filo de un cuchillo que parece sentirse a gusto entre sus manos callosas. Apoya, con suavidad, el acero sobre la amoladora, deslizándolo como si lo acunara sobre la piedra del esmeril… una comunión en la que la voz del metal anuncia la magia de mil chispas doradas…

Con su rueda de madera se aleja calle abajo… tras él queda flotando el sonido de un chiflo…


Al sol,
se orea la lana de los colchones…
corren los niños junto al afilador


La estridencia de un claxon, una hoja que cae de un árbol, alguien que al pasar a mi lado me roza… Regreso a casa… en el cielo se ven algunas nubes…


Asturias, donde la tierra siempre es verde.


Quinta semana…



Apenas 70 m2 donde pisar y un trozo de cielo atrapado entre tejados.

Ya empieza a estar lejos lo que tan cerca estuvo… El invierno estancado en los charcos se vuelve asfalto polvoriento.
Asomado a la ventana contemplo la calle… no hay horizonte… solo una ciudad perezosa que muestra su desnudez.
Sopla un viento del este, fresco, enérgico… un viento que se lleva las nubes, allá, al lugar donde las nubes van a morir… En el cielo, renovado, un grupo de gaviotas gira… gira cada vez más alto… y el tiempo pasa y pasa cada vez más lento… un tiempo herrumbroso que por momentos parece dudar.
El pájaro enjaulado de un vecino inicia su canto ancestral… su afán no oculta la languidez que siempre borbotea en la voz de aquel que está encerrado… Y sin más el pájaro calla… y el silencio, en la calle, se quiebra con el sonido de unos pasos… pasos cortos, rápidos… pasos que borbotean al igual que el canto del pájaro enjaulado.
Reverdecen las plantas de la jardinera. Media docena de petunias rojas tiemblan con el roce del viento. En un rincón, la tierra húmeda fue escarbada por alguna paloma… Y canta de nuevo el pájaro del vecino… y en mis recuerdos se vuelven diminutas figuras aquellos que junto a mí caminaron.
Llegan nubes nuevas… gente diferente… un viento distinto… Tras una ventana un gato mira las nubes, mira a la gente… me observa, primero alertado, luego muestra su cautela… termina por girar la cabeza en señal de indiferencia… solo soy un verso suelto escrito en el margen de un folio garabateado…


Se comban
las ramas del jazmín…
Una mosca frota sus patas


Asturias, donde la tierra siempre es verde.



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