Mañana ya es ayer




Tic-tac, tic-tac,
tic-tac…
Enrevesado, áspero… prófugo
de las ampollas resquebrajadas
en un reloj de arena.
Esclavista con piel de redentor;
de finito a infinito, de infinito a finito
pasas fugaz como un estertor…

Adagio, andante, allegro,
me rozas y vuelvo la vista…
como un reflejo
apeteciendo una respuesta
a un no sé qué.
Moras envuelto entre vacíos
en los que mañana ya es ayer,
lugares polvorientos
en donde las huellas
-cada una de ellas
preñada de miles de otras huellas-
a nadie pertenecen…
Pisadas que fueron, son, serán,
por siempre o por jamás,
el recuerdo velado de un murmullo…
Ahí estás, agazapado entre las ausencias,
en unos ojos resabiados,
en una piel macilenta.

Refundido, íntimamente,
entre el olor de lo nuevo y lo viejo,
entre el sabor de lo paladeado
y lo no alcanzado… extraviado
en un yo del mismo modo extraviado,
así te siento…

Sólo eres tiempo,
frío sepultador de cuerpos.


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